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jueves, 19 de agosto de 2010

Microrrelatos VII

Tras una ausencia prolongada, ahí van una nueva serie de microrelatos que me han salido un poco larguitos.

Microrrelatos VII

Madre e hija compartían nombre: Concepción, Concli para sus allegados. Cuando salían juntas a la calle siempre vestían igual, usaban exactamente el mismo modelo de ropa. Conchi hija, era consciente que esa tradición no era habitual entre otras madre e hijas, pero no le importaba, ellas dos estaban muy unidas. Aunque el día que su madre le presento a un joven de su edad que era “muy formal, simpático y lo veo ideal para ti” comenzó a inquietarse un poco. Era el vivo retrato de su difunto padre.


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Su marido se había suicidado. Ahora que no estaba. Le echaba en falta. Constantemente le venían recuerdos de su vida con él. Rememoraba con añoranza cuando le regañaba por cualquier tontería y él callaba, cuando le decía la suerte que había tenido un inútil como él al encontrarla, cuando se desahogaba al sentirse irritada por cualquier cosa insultándole, cuando le llamaba imbecil o estúpido ante cualquier propuesta que él le hacía, y cuando le reprochaba la escasa iniciativa y “poca sangre que tienes en la venas”. ¿Dónde encontraría otro hombre como él?


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Tras cinco intentos (fallidos) de suicidio, le encontró. Era el hombre ideal, quién aun sin bien él saberlo la comprendía, la persona idónea que ella necesitaba. Volvía a tener esperanzas, confiaba en que sus ilusiones se cumpliesen. Su familia, sin embargo, estaba intranquila por ese chico que había conocido en el psiquiátrico. Por muy integrado que estuviese ahora en la sociedad, no podían olvidar que había sido un psicópata y esa ristra de cadáveres de chicas jóvenes que había dejado por la ciudad no hace tantos años.

miércoles, 21 de abril de 2010

Microrrelatos VI

Publico una nueva tanda de microrrelatos. El primero de ellos tiene poco de original, básicamente está copiado de una entrada del blog Más claro, agua.

Espero que os gusten.

Microrrelatos VI

Beso su imagen sobre el espejo. Sorprendentemente está le devolvió el beso. Aunque asombrado, continuo durante unos segundos rozando esos labios a la vez propios y ajenos. De pronto se separó y rompió el cristal, había recordado lo mal amante que solía era.

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Al reconocerle, a ella le cambió la cara. Una sonrisa de 1,20 € se le dibujó. Cariñosamente le saludo, por 3,45 €. A continuación le preguntó por la familia y el trabajo a coste de 5,05 €. Seguidamente, abordaron el tema que le interesaba. Concluido este, se despidieron, 3,75 € y quedaron para cerrarlo el próximo martes .
Seguía pensando que las comisiones por trato amable de su banco eran altas, pero merecía la pena un poco de calor humano, aunque fuese fingido.

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Llevaba 3 años impartiendo clases en aquella escuela. No había sido fácil. El barrio más que humilde era conflictivo. El trato con alumnos y padres era como pasear por el filo de una cuchilla de afeitar. Se había tenido que enfrentar a vándalos y camellos. Un trabajo duro, sin duda. Pero estaba feliz, en breve recibiría su diploma de la "universidad de la calle".

sábado, 3 de abril de 2010

Diálogos Anónimos II - El pub

Segunda entrega de los "Diálogos anónimos". Amplio mis intenciones con estos textos, quiero que poco a poco vayan contando una historia global através de las conversaciones de los personajes de cada episodio.


El pub


- Joder, tía. ¡vaya tetas que tienes!
- ¿Qué?
- Qué vaya tetas que tienes, me gustan mucho.
- Vete a la mierda
- Ufff, son una pasada
- …
- No sé cual me gusta más si la izquierda o la derecha
- …
- Es que me encantan, tía. No puedo dejar de mirarlas.
- …
- Oye, ¿puedo tocarlas?
- ¿Quieres dejarme en paz?
- Bueno, tía. Sólo era una pregunta y de buenos modos. Si no quieres no pasa nada, tranqui.
- …
- Pero que sepas que me molaría mucho.
- Si, ya imagino.
- Entonces, ¿me dejas?
- No.
- Una lástima… Oye, ¿son naturales?
- …
- Tus tetas. ¿Son naturales o de silicona?
- …
- Seguro que son naturales, tía. Son la leche… jajaja. Qué bueno. La leche. ¿Lo pillas? Tus tetas son la leche, jajaja.
- Sí, graciosísimo. Lárgate.
- A mi me parecen naturales. Te pegan. ¿Estás sola?
- No, por desgracia, no lo estoy.
- No me extraña. Claro, una tía como tú como va a estar… Ah, que lo dices por mi. Jo, tía, cómo eres.
- …
- Ey, ¿no serás lesbiana?
- ¿A ti qué c...?. Sí, soy lesbiana, la más lesbiana del mundo.
- Pues yo podría intentarte curar.
- Mejor podrías intentar irte a la mierda
- Oye, perdona. No te estaré molestando, ¿verdad?
- Sí, me molestas.
- Hostia, perdona tía, perdona. Yo no quería incordiarte. Te he visto aquí, sola. Bueno, sola no, con ese par de tetas por compañeras y he aluciando un poco. Pero, de verdad, ey, que no quería incordiarte. Me sabe fatal, ¿sabes?.
- Sí. Entendido, pero ahora largarte.
- Vale. Claro, sí, sí. Pero…
- ¿Qué?
- …
- No, no te voy a dejar tocarme los pechos.
- No, que no era eso. Bueno, sí, eso también. De acuerdo, pero es otra cosa, además.
- Pufff...¿Qué?
- ¿Te puedo dar mi tarjeta? No sé, por si algún día te apetece llamarme…
- No lo creo.
- Ey, tía, no seas así. Ahora, voy un poco bebido, bueno bastante, pero no soy mal tío, en serio.
- Vale, dámela y vete.
- Sí, sí, espera, la saco enseguida, gracias, tía.
- …
- Toma.
- Adiós.
- No tía, no la tires al suelo, Joder, estoy siendo muy legal contigo… jajaja.
- ¿Qué pasa ahora? ¿Qué te hace tanta gracia? No, quiero tu tarjeta, quiero que te vayas.
- Nada, una chorrada. Es que, ¿sabes?, soy abogado, bueno, acabé el año pasado, pero ya tengo curro. Y eso…que soy legal, jajaja ¿Lo pillas?
- Sí. Vete ya.
- No.
- Joder, eres un pelmazo ¿Quieres irte de una vez y dejarme tranquila?
- Si te guardas mi tarjeta. Quién sabe, algún día podrías necesitar una abogado… y yo podría … echarte una mano. Y ahora no me refiero a tus tetas molonas, aunque si quieres estaría encantado de meterles mano. Qué lo que necesites, yo te lo hago gratis. Lo que sea.
- Vale, muy bien, Trae la tarjeta.
- Toma. Me llamo Dani, lo pone ahí.
- Bien, la he guardado en el bolso. ¿Lo ves?
- Sí. ¿Pero no la tiraras cuando me vaya...?
- No, no la tiraré.
- ¿De verdad? Prométemelo. Me fio si me das tu palabra.
- Pufff, esto es ridículo... Sí, sí, te lo prometo.
- Vale. Así, sí.
- Adiós, Dani.
- Ehhh,... hasta otra, macizorra.

viernes, 12 de marzo de 2010

Yo te quise

Buscando un texto para publicar que medio hecho ya tenía, me he topado con lo que hoy os dejo. No lo recordaba y aunque está algo bruto, me ha gustado y aquí os pego en sustitución del otro no hallado.


Yo te quise


Yo te quise todo cuanto pude,
apuré al máximo mis principios,
mi salud y mis fuerzas,
pero nada de eso bastó,
nada de eso fue suficiente.

No íbamos a la misma velocidad,
ni siquiera por el mismo camino.
Imposible seguirte, imposible acompañarte.
Tú parecías no darte cuenta
y yo me atrevía a decírtelo.

Cuando el amor no basta
para pegar dos vidas,
es mejor que cada uno,
olvide el corazón,
y haga lo que su cabeza le diga.

No es que yo te dejase,
es que hacía tiempo
que no estabas.
Sólo hice física
la distancia que nos separaba.

Si bien al comienzo,
contigo fui feliz,
luego todo fue sufrimiento.
No era yo el quedaba,
sino un triste atisbo de mí.

Ahora que no estás,
y que te añoro cada día,
no me arrepiento de nada
y aunque no conozco la felicidad,
vivo, y no me duele amarte todavía.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Diálogos anónimos I - La habitación

Comienzo con una nueva serie de textos. Diálogos de gente sin nombre. Sólo diálogos que espero que basten para contar situaciones y escenas por ellos mismo.

La habitación

- ¿Cuánto pides por la habitación?
- Un polvo a la semana.
- Vale, me parece justo.
- ¿Cómo? ¿Te parece bien? ¿No te extraña?
- No, me parece un buen trato ¿Sería en tu habitación o en la mía?
- Eh…, no sé. Eso no importa. Donde tú quieras. ¿En serio qué no te extraña?
- No.
- Eres la primera que no pone el grito en el cielo o monta un numerito ¿Acaso te gusto?
- No, para nada.
- Oh, vaya. ¿Entonces?
- Ya te lo he dicho, es un buen trato.
- Esto… ¿no serás una tía rara?
- Creo que no más rara que tú. Me has dicho el precio y estoy de acuerdo.
- A ver, estamos hablando de follar,… follar una vez a la semana.
- Sí, eso es lo que entendí.
- Bien. Vale…, pero hay condiciones
- ¿Cuáles son?
- No son acumulables. Quiero decir, que si una semana lo hacemos dos veces, no cuenta para la semana siguiente.
- De acuerdo.
- Usaremos condón siempre.
- Perfecto. ¿Los pones tú?
- Sí, los pongo yo. Ah, y…
- ¿Qué?
- Que...,¿cómo te lo diría?
- Suéltalo.
- Espero que sigas unas mínimas normas de higiene.
- Eso no será problema, supongo que puedo esperar lo mismo de ti.
- Sí, sí, claro.
- Una cosa
- ¿Qué?
- ¿Quieres un polvo normal o tienes pensado algún tipo de extravagancia?
- No, no, un polvo normal. Bueno, variaremos de postura, eso sí, para no aburrirnos más que nada.
- Vale, está bien.
- Jo, tía, en serio que estoy alucinando, nunca pensé que alguna aceptase.
- Pues ya ves, has tenido suerte.
- Entonces, ¿todo te parece bien?
- Sí. ¿Cuándo puedo mudarme?
- Cuando quieras, como has visto la habitación está lista.
- Perfecto. ¿Me cobras?