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jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Cómo pudieron hacerme esto a mí?

Una nueva tonteria de inspiración reciente. Como casi todo lo que me sale últimamente más por experimentar escribiendo que por escribir y contar algo en sí.

¿Cómo pudieron hacerme esto a mí?

Tres años llevaba alejado de sus seres queridos. Tres años sin poder hablarles ni oírlos ni siquiera verlos. Tres años recluidos en aquella cárcel. Tres años aislado… y sin una idea clara de cuando acabaría aquello. No había un plazo, ni un límite. No tenía fecha de caducidad.

No había escapatoria posible. No veía la manera. No existía prisión de muros más resistentes. Lo sabía bien. El mismo la había construido a base de orgullo. No cedió entonces ni lo haría ahora. No cambiaría de postura nunca. No podía hacerlo.

Les quería, es cierto. Les quería mucho, pero ¿cómo pudieron haberle hecho eso? ¿Cómo pudieron? No le dejaron alternativa. No había otra salida ante su actitud. Dolía. En ocasiones, dolía muchísimo y los añoraba con toda su alma. Pero eso no lo sabrían jamás.

Fueron vanos todos los intentos que hicieron por cambiar su parecer. Las suplicas, los llantos, el tono calmado, los gritos airados o despechados. Nada de eso sirvió. Se incomunicó. No contestaba sus llamadas y, si usaban otro número, al reconocer su voz, les colgaba sin añadir palabra. Sus cartas las reciclaba directamente tal como las cogía. Y ya podían apostarse en su puerta esperando que abriese o saliese. Ella permanecería cerrada, como todo él.

Apenas recordaba bien como ocurrió aquella tarde en casa de su hermana. Sí quienes estaban allí: su hermana, un amigo, una amiga, que podría haber llegado a ser algo más, y sus padres. Lo peor es que después se rieron. Aun cuando vieron que se enfadaba, continuaron con las carcajadas, las miradas cómplices y las bromas a su costa. Seguro que cuando salió, dejando la puerta cerrarse de golpe, le tomaron en serio y les cambió la cara. Le pareció oír que gritaban su nombre cuando arrancaba el coche, pero no había vuelta atrás.

¿Cómo tuvieron el valor de hacerle eso? A él, que les quería tanto. No sólo no se arrepentía de su decisión sino que llevaba la cabeza bien alta. ¡Uno tiene su orgullo! Y aunque no es fácil sacrificar a los seres que quieres por él, a veces, es el único camino queda.

Todavía, después de estos tres años que han pasado, sigue sin poder entender por qué no le aceptaron “pulpo como animal de compañía”.

8 comentarios:

Merce dijo...

jajajajajja, ¡¡qué mala es la gente, coño!!

Uno dijo...

Merce
Creo que el orgullo no es cuestión de maldad o bondad. Es una apuesta por la propia identidad, lo que pasa es que a veces el precio a pagar es muy caro.

En este caso, era un chico algo "sensible" y con mucho pundonor.

P.D. Jejeje, que buena la palabrita de verificación: relama.

Anónimo dijo...

Cuanta susceptibilidad... Pero es comprensible el enfado, nadie mejor que su familia, sus amigos y su posible churri para conocerlo bien y aun así se rien de el cuando suelta la respuesta a la pregunta...

Luna Azul dijo...

Jajajajja, cuánta insensibilidad!!!
Y además que pasa? cada uno tiene de animal de compañía lo que quiere jejeje

bornne dijo...

Jajaja... Yo creo que está echando demasiada tinta...

Saludos

Uno dijo...

Cruzcuampero
Tienes toda la razón seguramente no le conocían muy bien. Lo que ya no sé es si merecía la pena conocerle tan bien.

Luna Azual
Por supuesto. Yo estoy dudando entre una bicicleta, un sacapuntas o dromedario rosa como animal de compañía. :-)

bornne
Ahí has estado muy fina :-)
Sin duda demasiada y muy negra.

Besotes

Daniela Haydee dijo...

En casa, tampoco supimos comprender a mi hermano, cuando de repente nos sale con que "barco" es un animal acuático... INACEPTABLE.

Pd: no te lo tomes tan a pecho...

Saluditos.

Uno dijo...

Daniela Haydée
¿... y el qué hizo?

Saludetes